ANTECEDENTES
1819 Bolívar derrota a José María Barreiro y con él a las fuerzas españolas en el virreinato de la Nueva Granada poniendo fin a la mayoría del dominio español en el mismo, a partir de la Batalla de Boyacá el ejército español retrocede de manera rápida y constante por todo el virreinato dirigiéndose hacia la costa venezolana donde aún quedan algunos reductos españoles. La retirada española inicialmente se busca que sea temporal, para concentrar y resistir en estos reductos a la espera que desde España y Cuba se envíen refuerzos.
En 1821, tras reunir fuerzas, Bolívar lanzó una intensa campaña contra las tropas españolas en Venezuela, conocida como la Campaña de Carabobo. Durante esta campaña, Bolívar obligó a las fuerzas realistas a retirarse progresivamente hasta que, finalmente, los españoles se vieron forzados a presentar batalla. La campaña alcanzó su punto culminante el 24 de junio de 1821, con la famosa Batalla de Carabobo, donde Bolívar obtuvo una decisiva victoria sobre las tropas españolas. Este triunfo arrebató a España el control sobre la mayor parte del territorio venezolano, confinando a los realistas a reductos costeros como Puerto Cabello y Maracaibo.
Tras esta victoria, la ciudad de Maracaibo declaró su adhesión a la Gran Colombia, pero este acto fue respondido con firmeza por las fuerzas españolas, que tomaron medidas para reprimir cualquier intento de la población de rebelarse contra su autoridad.
A pesar del éxito de Bolívar en consolidar el dominio patriota en tierra firme, surgió un nuevo desafío estratégico para garantizar la independencia: el dominio español sobre las aguas del Caribe. Este mar seguía siendo esencialmente territorio español, con Cuba funcionando como el principal fortín de la región y centro de mando para las operaciones españolas en América. Desde Cuba, una poderosa armada protegía los intereses de la corona en el Caribe y enviaba refuerzos a los territorios suramericanos que aún permanecían bajo control español.
En este contexto, la Real Armada Española mantenía una escuadra que dominaba el Lago de Maracaibo, bloqueando cualquier intento patriota de expulsar definitivamente a las fuerzas españolas de la Gran Colombia. Ante esta situación, los líderes patriotas comenzaron a diseñar una estrategia que permitiera superar esta ventaja naval y completar la independencia de los territorios aún ocupados.
A inicios de 1823, se inició una nueva campaña contra las fuerzas españolas, liderada por el afamado y aguerrido general José Antonio Páez, quien avanzó hacia Puerto Cabello y puso la población bajo sitio. Páez aprovechó un informe que indicaba que la escuadra española se había retirado al Lago de Maracaibo, lo que le dio una ventaja inicial en su estrategia.
General José Antonio Páez
Sin embargo, en mayo de ese año, desde Maracaibo zarpó una fuerza española compuesta por seis navíos, con una capacidad combinada de 148 cañones, rumbo a Puerto Cabello. Al llegar, esta poderosa escuadra tuvo un breve enfrentamiento con dos corbetas gran colombinas, que, superadas en número y potencia de fuego, se rindieron tras un combate desigual. Esta acción reforzó la posición española y culminó con el levantamiento del asedio de Páez a Puerto Cabello, otorgando un respiro temporal a las fuerzas realistas en la zona.
Tras el levantamiento del sitio de Puerto Cabello, Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la Gran Colombia, junto con la oficialidad gran colombina, determinó un nuevo plan de acción para derrotar a las fuerzas españolas. Este plan tendría dos componentes principales: uno terrestre y otro naval, siendo el componente naval la pieza clave para garantizar el éxito de la operación.
Francisco de Paula Santander
El objetivo principal era provocar un enfrentamiento decisivo con la escuadra española, derrotarla y así obtener el control del Lago de Maracaibo. Este dominio estratégico permitiría a las tropas gran colombinas recibir suministros y refuerzos con mayor rapidez, al tiempo que privaría a las fuerzas españolas de recursos y apoyo provenientes de Cuba, su principal centro de mando en el Caribe.
Para llevar a cabo esta crucial tarea, se asignó el mando naval a José Prudencio Padilla, el primer almirante en la historia de la Gran Colombia y precursor de las actuales armadas de Colombia y Venezuela. Su liderazgo y experiencia serían fundamentales para ejecutar el plan y consolidar la independencia en la región.
José Prudencio Padilla - 1er almirante de la armada gran colombina
En abril, José Prudencio Padilla llegó con una escuadra de 14 navíos a Santa Cruz de los Taques, como parte de un esfuerzo combinado de la Gran Colombia que planeaba un ataque contra los españoles desde tres frentes: dos terrestres y uno marítimo.
Tras avituallarse, Padilla zarpó en dirección a Maracaibo y Coro, con el objetivo de iniciar un bloqueo marítimo en ambas localidades, buscando aislar a las fuerzas españolas y cortar sus líneas de suministro. Simultáneamente, en tierra, el coronel Manuel Manrique desembarcó en Gibraltar, al sur del Lago de Maracaibo, con un contingente de 1.200 soldados, desde donde comenzó su marcha hacia Maracaibo. Por otro lado, el general Mariano Montilla, al mando de 2.500 soldados, avanzó desde Riohacha, al noreste de Maracaibo, también con dirección a la ciudad.
Mientras tanto, en territorio colombiano, Francisco de Paula Santander movilizó 2.000 soldados hacia Tunja, con el objetivo de prevenir cualquier intento de avance del general Francisco Tomás Morales hacia Cúcuta, asegurando así que las fuerzas españolas no pudieran reforzar sus posiciones o abrir nuevos frentes de batalla.
En junio los gran colombinos obtienen su primera victoria de la campaña cuando Coro cae. Morales al enterarse de la noticia de la caída de Coro y del avance gran colombino debe de tomar una decisión criticar, esperar y enfrentarlos en una batalla de asedio o dividir sus fuerzas y atacar la amenaza más importante primero y luego enfrentarse a la otra amenaza, Morales opta finalmente por esta opción y divide a su fuerza de 3.000 soldados en dos, un pequeño contingente queda para actuar de guarnición en Maracaibo mientras el grueso de su ejército se dirigía a enfrentar a Mantilla
El 8 de mayo de 1823, Padilla zarpó nuevamente desde Santa Cruz de los Taques, dirigiéndose hacia Maracaibo. Al mismo tiempo, las tropas comandadas por Manrique continuaban su avance terrestre hacia la ciudad.
Para el 19 de mayo, las fuerzas combinadas de Padilla y Manrique llegaron a Maracaibo. Conociendo la debilidad de la guarnición española que defendía la ciudad, decidieron lanzar un ataque coordinado. Padilla inició un intenso bombardeo naval desde el lago, mientras Manrique lideró el ataque terrestre contra las posiciones españolas. La guarnición, superada en número y potencia, no pudo resistir por mucho tiempo y finalmente se rindió.
Tras la rendición, las tropas gran colombinas comenzaron un meticuloso proceso de desmantelamiento de las defensas de Maracaibo. Conscientes de que Morales aún conservaba una considerable superioridad militar en la región y de que sus propias fuerzas no eran suficientes para sostener la ciudad, optaron por retirarse después de inutilizar las fortificaciones. Este movimiento estratégico buscaba evitar que Morales pudiera utilizar las defensas de Maracaibo como un punto de apoyo en futuros enfrentamientos.
Francisco Tomás Morales
Morales retorna a Maracaibo y se prepara para un nuevo enfrentamiento, sabe que debe derrotar a como dé lugar a Padilla para de esta forma mantener contacto con la Habana. Morales combina dos escuadras españolas, la escuadra de Laborda y la suya propia. Esto le permite contar con una escuadra de 15 navíos, una fuerza combinada de 67 cañones y 1160 tripulantes entre infantes y marinos distribuidos así:
- Bergantines: A su mando Morales tenía 4 bergantines destacando el San Carlos como buque insignia de la escuadra
- Goletas: Habían 9 destacándose las goletas especuladoras, María salvadora, Atrevida, Estrella, Rayo, Félix María y San Francisco
- Flecheras: La escuadra disponía de 3 embarcaciones de este tipo
- Lanchas: La escuadra disponía de 2 embarcaciones de este tipo
- Bote: La escuadra disponía de un solo bote artillado
- Pailebote: La escuadra disponía de 2 embarcaciones de este tipo
- Faluchos: La escuadra disponía de 5 embarcaciones de este tipo
- Piraguas: La escuadra disponía de 7 embarcaciones de este tipo
Padilla por su lado ha aumentado su fuerza de 14 a 19 navíos que sumaban un total de 96 cañones y 1195 tripulantes entre infantes y marinos distribuidos así:
- Bergantines: La escuadra contaba con 4 embarcaciones de este tipo destacándose el independiente como buque insignia de la escuadra
- Goletas: La escuadra disponía de 9 embarcaciones de este tipo destacándose las goletas Espartana, Independencia, Manuela, Leona, Avantina y Peacock
- Flecheros: La escuadra disponía de 3 embarcaciones de este tipo
- Lanchas: La escuadra disponía de 2 embarcaciones de este tipo
- Bote: La escuadra disponía de un solo bote artillado
Aunque ambas escuadras estaban equilibradas en términos de tripulación, existía una importante disparidad a favor de la escuadra gran colombina en poder de fuego y experiencia. Conscientes de esta situación, el comandante español Ángel Laborda y la oficialidad de la armada sugirieron al Morales evitar un enfrentamiento directo. Sin embargo, Morales desestimó estas recomendaciones y ordenó a sus comandantes comenzar a planificar una batalla. Morales tenía claro que la confrontación debía ser decisiva, buscando revertir la ventaja gran colombina en la región.
Ángel Laborda
Por su parte, Padilla, al mando de la escuadra gran colombina, sabía que Morales deseaba entrar en combate, especialmente por la creciente necesidad de los españoles de mantener comunicación y apoyo desde La Habana. Aprovechando esta circunstancia, Padilla comenzó a tentar a Morales, maniobrando de manera que forzara a la escuadra española a salir al combate. Padilla también buscaba una batalla decisiva, convencido de que era el momento oportuno para aprovechar la superioridad en artillería y la experiencia de su escuadra.
El 21 de julio Padilla posiciona a su escuadra al noreste de Maracaibo donde el viento le es favorable, organizado una línea de batalla a espera de culminar los preparativos. El 22 de julio Morales llega al área, baja anclas y envía unidades de reconocimiento para conocer sobre todo la profundidad y las corrientes de la zona.
La estrategia es muy distinta en ambos bandos, Morales finalmente opta por un plan defensivo, la idea que tiene él, y aceptada por Laborda y el resto de los mandos de la armada es esperar el ataque gran colombino, esperando concentrar sus fuerzas e ir abatiendo a la escuadra de Padilla mientras a su vez a medida que se desarrolle el combate apoyarse entre sí evitando penetraciones en la formación.
Por su lado Padilla ejecuta un plan ofensivo y agresivo, su plan es dividir la escuadra en dos, una línea bajo su mando entablara combate por el lado izquierdo de la escuadra española, mientras otra línea bajo el mando del capitán Nicolás Joly entablara combate por el lado derecho y buscara cerrar la ruta de escapa de la escuadra española, para de esta manera crear un cerco sobre la escuadra española y aniquilarla.
LA BATALLA
Amanecer del 24 de julio de 1823, Padilla convoca a sus comandantes al Independiente, abordo se realiza la última reunión de los mandos y se ultiman las últimas acciones a seguir. Tras esto a las 10:30 de la mañana Padilla pasa revista a la escuadra arengando a sus hombres para prepararlos para el combate.
A las 2:00 de la tarde, tras una prolongada e inesperada espera causada por el bajo viento durante la mañana, Padilla finalmente dio la señal a su flota para que levasen anclas, formaran sus posiciones y avanzaran hacia el combate.
Para las 2:30, las maniobras de la flota gran colombina habían concluido, y la formación de batalla estaba lista. Ambas escuadras terminaron de alinearse, configurando sus respectivas líneas de combate en el Lago de Maracaibo, preparándose para el enfrentamiento que definiría el control de la región.
Desde el San Carlos, Laborda observaba de cerca las maniobras de la escuadra gran colombina. Al percatarse de que las embarcaciones patriotas se acercaban a la distancia necesaria, ordenó a su flota alistar los cañones para abrir fuego en cuanto las unidades gran colombinas estuvieran al alcance de la artillería española.
A las 3:04 de la tarde, mientras la escuadra gran colombina avanzaba hacia la escuadra española, Padilla dio la última señal antes del combate. En este mensaje, exhortó a sus comandantes a realizar abordajes en las embarcaciones españolas tan pronto como tuvieran la oportunidad de hacerlo, buscando aprovechar el combate cuerpo a cuerpo como una ventaja decisiva en la confrontación.
A las 3:45 de la tarde, llegó la noticia a Morales (quien se queda en tierra) y Laborda de que los primeros navíos gran colombinos se encontraban al alcance de la artillería. Con esta información, Morales ordenó a Laborda que abriera fuego inmediatamente. Laborda obedeció sin vacilar, y a los pocos minutos, la artillería española inauguró el combate naval del Lago de Maracaibo, rompiendo el tenso silencio que había reinado sobre ambas escuadras desde que Padilla iniciara su avance.
Frente al fuego español, la escuadra gran colombina respondió con un silencio disciplinado, manteniendo una aproximación constante y decidida hacia las líneas enemigas. La estrategia de Padilla era clara: aguantar el ataque hasta estar lo suficientemente cerca como para estar a tiro de mosquete. En ese momento, cuando cada barco gran colombiano pasara sobre la escuadra española, se abriría un doble fuego, simultáneamente de artillería y de mosquetería, buscando aprovechar la cercanía para maximizar el impacto en el combate cuerpo a cuerpo.
El Independiente fue el primer navío en aproximarse a la escuadra española, y en ese preciso momento, el silencio gran colombino se rompió. Padilla ordenó abrir fuego a discreción. Con una precisión letal, la artillería gran colombina disparó a quema ropa contra el San Carlos, el principal navío de la escuadra española. Pocos momentos después, el San Carlos recibió también un intenso fuego de mosquetería, que sumó presión al ataque.
Tras el Independiente, la línea izquierda de la escuadra gran colombina comenzó a abrir fuego contra la escuadra española, siguiendo estrictamente el plan establecido. Al mismo tiempo, la línea derecha de la flota gran colombina empezó a disparar contra la banda izquierda de la escuadra española. Este fuego cruzado dejó a las fuerzas españolas atrapadas entre dos frentes, sufriendo un intenso bombardeo en ambas direcciones.
Una vez iniciados los combates, el Independiente comenzó a maniobrar hábilmente para quedar banda con banda con el San Carlos, el navío insignia de la escuadra española. Padilla, decidido a atacar a toda costa al barco español, logró finalmente colocarse en la posición ideal. Al hacerlo, la artillería del Independiente desató una lluvia de fuego que causó grandes estragos en el San Carlos. Sin embargo, el navío español, severamente dañado, tuvo que prepararse para el abordaje.
En ese momento, desde el Independiente, decenas de marineros, encabezados por el mismo Padilla, se lanzaron al abordaje, transformando el enfrentamiento en un violento y confuso combate cuerpo a cuerpo, donde las espadas y los mosquetes se entrelazaron en medio del caos. El enfrentamiento comenzó a inclinarse rápidamente a favor de las tropas gran colombinas, que demostraron una gran superioridad en el combate cercano.
Ante la abrumadora derrota, varios marineros españoles saltaron al agua en un intento por escapar, entre ellos Laborda, quien se encontraba a bordo del San Carlos. Aquellos que no pudieron huir, finalmente se rindieron, marcando el fin de la resistencia de la escuadra española en el combate.
Ilustración de la rendición del San Carlos
La caída del San Carlos, el buque insignia de la escuadra española, representó un golpe devastador para la moral de las fuerzas españolas. Ya debilitada por el intenso bombardeo recibido de los navíos gran colombinos, la pérdida de su capitán y líder militar causó una crisis aún mayor. Sin un comandante para coordinar las acciones, los mandos españoles quedaron desorganizados, incapaces de tomar decisiones de manera coherente o efectiva.
Además, al estar anclados en el lago, los barcos españoles no podían maniobrar con facilidad ni romper la línea de combate, lo que los convertía en objetivos vulnerables. Esto permitió que la armada gran colombina comenzara a ejercer una creciente presión sobre la escuadra española, cuya situación se volvía cada vez más crítica a medida que el combate avanzaba.
La creciente presión, la pérdida de su buque insignia, las bajas sufridas y la moral quebrantada comenzaron a generar un efecto en cadena dentro de la escuadra española. Tras la capitulación del San Carlos, una goleta española se rindió, lo que incrementó la presión sobre los demás barcos españoles. Al ver esta derrota, la escuadra gran colombina intensificó su ataque, obligando al Marte a enfrentarse en simultáneo a tres goletas españolas: la Mariana, la María y el Rayo.
Mientras tanto, el Emprendedora se enfrentaba a la goleta española Esperanza. El combate entre ambas embarcaciones fue encarnizado, pero con el paso del tiempo, el Emprendedora comenzó a inclinar la balanza a su favor gracias a su superioridad en maniobras y fuego. Ante la derrota inminente, el comandante de la Esperanza ordenó barrenar su navío, hundiéndolo para evitar que fuera capturado por la armada gran colombina
A medida que la batalla se intensificaba, se unieron al combate cuerpo a cuerpo las goletas Manuela y Leona, enfrentándose a los navíos españoles Habanera, Liberal y Zulia. La presión sobre la escuadra española se incrementó aún más, con cada vez menos opciones de escape.
A las 5:45 de la tarde, los navíos españoles restantes que seguían combatiendo intentaron buscar una vía de escape hacia Maracaibo, pero el cerco gran colombino ya había sido cerrado. La ruta hacia la ciudad estaba bloqueada, y debido a la falta de cohesión dentro de la flota española, no surgió ningún plan organizado para romper el cerco. En su lugar, se desató un caos generalizado, donde los oficiales españoles no podían coordinarse, lo que desembocó en una especie de sálvese quien pueda.
Este desorden interno finalmente llevó a la rendición masiva de la escuadra española. Solo dos goletas lograron romper el cerco gran colombino y escapar. Con ello, Padilla ponía fin de manera definitiva al poder naval español en el Lago de Maracaibo, asegurando el dominio gran colombino en las aguas y marcando un punto crucial en la independencia de Venezuela.
La batalla se saldaría con más de 800 bajas españolas entre muertos y heridos junto con más de 300 prisioneros. Por su lado los gran colombinos sumarían alrededor de 163 bajas entre muertos y heridos
CONSECUENCIAS
La Batalla Naval del Lago de Maracaibo, librada el 24 de julio de 1823, marcó un punto de inflexión definitivo en la independencia de Venezuela y tuvo repercusiones significativas tanto a nivel nacional como internacional.
La consecuencia más inmediata fue la destrucción de la escuadra española, que perdió su capacidad de operar en el Lago de Maracaibo, una posición clave para el control de la región occidental de Venezuela. Esto permitió a las fuerzas patriotas, lideradas por el almirante José Prudencio Padilla, establecer un bloqueo naval sobre la ciudad de Maracaibo. Paralelamente, las tropas terrestres de la Gran Colombia llevaron a cabo un asedio que aisló completamente a las fuerzas realistas comandadas por el general Francisco Tomás Morales dentro de la ciudad.
En cuestión de días, el bloqueo comenzó a surtir efecto. La falta de provisiones, pertrechos y refuerzos debilitó rápidamente la resistencia de los realistas. Además, la moral de las tropas españolas comenzó a decaer bajo la presión constante del cerco patriota. Finalmente, el 3 de agosto de 1823, Morales se vio obligado a capitular. Este acto marcó la rendición formal de la última fuerza militar española en Venezuela y selló la independencia del país.
La capitulación de Morales fue notable por su carácter honroso. Entre las cláusulas negociadas, se permitió a los soldados realistas elegir entre quedarse en Venezuela bajo el gobierno de la Gran Colombia o regresar a Cuba junto a Morales. Este último fue escoltado por una escuadra gran colombina hasta el Caribe, un gesto que simbolizó la magnanimidad de la República en su victoria.
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpeg)
.jpg)
.jpeg)

.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)


.jpg)


.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
0 Comentarios