Batalla de Lexington y Concord

El 19 de abril de 1775, en Lexington, un disparo fortuito desató una batalla que cambiaría el rumbo de la historia. Ese primer tiro marcó el comienzo de la lucha por la independencia de las colonias americanas, enfrentándose a una potencia europea que dominaría el mundo durante siglos. Este evento no solo dio origen a una nueva nación, sino a la primera potencia global de la historia, dando inicio a una era que transformaría el curso de la humanidad para siempre.

ANTECEDENTES

En el año 1607 habían transcurrido 115 años desde el primer viaje de Colón, en el que descubrió América para el viejo continente. Este acontecimiento marcó el inicio de una carrera por el dominio del Nuevo Mundo, liderada inicialmente por los imperios español y portugués. Sin embargo, Francia, Holanda e Inglaterra no quisieron quedarse atrás. Ante el hecho de que el sur del continente y gran parte del Caribe ya estaban, al menos en las zonas costeras, bajo control lusitano o hispano, estos países pusieron su mirada en el norte, iniciando una nueva fase de expediciones para conquistar tierras en América.

En este proceso de expansión, desde Londres se emitieron derechos reales que autorizaban a los exploradores a establecerse en los territorios. No obstante, estos esfuerzos tuvieron un éxito limitado hasta 1607, cuando se fundó Jamestown. Esta población se convirtió en la base del expansionismo británico en América del Norte y marcó el establecimiento formal de la primera colonia británica en América: Virginia, que actuaría como su capital durante un tiempo.

Desde la consolidación de Jamestown, que marcó un hito en la expansión británica, comenzó una rápida colonización a lo largo de la costa este de América del Norte. En 1620 se fundó Plymouth, que actuó como la primera capital de la colonia de Massachusetts. En 1623 se estableció Portsmouth y con ella la colonia de New Hampshire. En 1630 se fundó Boston, y la capital de Massachusetts se trasladó a este pequeño pero creciente poblado.

En 1632 se fundó St. Mary’s City, dando origen a la colonia de Maryland. En 1636 se estableció Hartford, marcando la fundación de la colonia de Connecticut, donde se instauró un gobierno compartido entre Hartford y New Haven. Ese mismo año, se fundó Providence, que dio lugar a la colonia de Rhode Island, la cual mantuvo un gobierno compartido con Newport.

En 1638 se estableció New Castle, lo que permitió la creación de la colonia de Delaware. Posteriormente, en 1653, se fundó Bath, marcando el inicio de la colonia de Carolina.

En 1664, en un contexto de tensiones constantes entre Inglaterra y Holanda, el rey Carlos II otorgó a su hermano, el duque de York, permiso para tomar los territorios holandeses en América del Norte. En agosto de ese año, las tropas británicas llegaron a las costas de Nueva Ámsterdam, tomando la ciudad el 24 de septiembre y renombrándola Nueva York. Para 1667, el dominio británico sobre esta región quedó ratificado, permitiendo la fundación formal de la colonia de Nueva York.

También en 1664 se estableció la colonia de Nueva Jersey, con Burlington como su capital inicial. Finalmente, en 1681, se fundó la colonia de Pensilvania, con Filadelfia como su capital.

Con estas colonias, Gran Bretaña consolidó su presencia en América del Norte, dando inicio a una etapa de intenso comercio entre la metrópoli y sus territorios coloniales. Este comercio fomentó un notable crecimiento de la población en las colonias, lo que a su vez impulsó el desarrollo de sus economías. Este progreso permitió incluso el traslado de varias capitales coloniales: la capital de Virginia se trasladó a Williamsburg en 1699, mientras que Massachusetts, cuya capital había cambiado a Boston en 1630, consolidó esta ciudad como un importante centro comercial. Con el tiempo, Boston se convertiría en el eje del comercio interoceánico y en la ciudad más dinámica de los territorios británicos en América del Norte. Maryland también cambió su capital, estableciéndola en Annapolis en 1694, mientras que Delaware trasladó su capital a Dover.

Además, se crearon tres nuevas colonias: Carolina del Norte y Carolina del Sur en 1712, con sus respectivas capitales en New Bern y Charleston, y Georgia en 1732, cuya capital fue establecida en Savannah.

La consolidación colonial británica en América del Norte marcó el inicio de una nueva era, caracterizada por el crecimiento en las relaciones comerciales entre la metrópoli y las colonias. Este intercambio mejoró considerablemente la calidad de vida en las colonias, que gracias al comercio comenzaron a cerrar rápidamente la brecha que las separaba de Londres en términos de desarrollo. Para 1750, el alto nivel de intercambio comercial había transformado los principales núcleos urbanos de las colonias, que empezaban a parecerse a las ciudades de la metrópoli.

Sin embargo, este auge se vio interrumpido en 1756 con el estallido de un conflicto en Europa que pasaría a la historia como la Guerra de los Siete Años. Este enfrentamiento enfrentó a Prusia, Gran Bretaña y Portugal contra Francia, Austria, Rusia, Suecia y Sajonia. La guerra se libró tanto por el dominio colonial en Asia y América (particularmente entre Francia y Gran Bretaña) como por el control de territorios dentro de Europa, en el caso de las demás potencias.

                                                                                    Asedio y captura de Quebec 1763

A medida que avanzaba la guerra, las finanzas británicas se veían cada vez más comprometidas. Esto llevó al Parlamento a aprobar una serie de leyes que imponían nuevos gravámenes y aumentaban los impuestos existentes. Aunque inicialmente estas medidas se aplicaron en las islas británicas, pronto se consideró necesario y lucrativo extenderlas a los territorios americanos. Cuando Londres decretó el aumento de impuestos en las colonias, los colonos, que no tenían representación en el Parlamento, comenzaron a expresar un creciente descontento. La ausencia de representación política alimentó el malestar, ya que las leyes eran impuestas sin que alguien pudiera defender sus intereses. A pesar de ello, en este momento la lealtad a la Corona permanecía incuestionable.

Cuando la guerra terminó, Londres no redujo los impuestos, sino que los incrementó aún más. En 1767 se aprobaron las Leyes de Townshend, lo que exacerbó el descontento en las Trece Colonias. Este enojo se manifestó en protestas cada vez más intensas, y Boston se convirtió en el epicentro de la disputa. Para entonces, Boston era una de las ciudades más importantes de las Trece Colonias, gracias a sus lazos comerciales con Gran Bretaña, su naciente industria y la influencia de las ideas ilustradas en su sociedad. Estas condiciones fomentaron que el descontento social se uniera a una creciente lucha política por la representación en el Parlamento.

Con el paso de las semanas, las manifestaciones se tornaron cada vez más violentas, lo que llevó a las autoridades británicas a enviar refuerzos militares a la ciudad. El 5 de marzo de 1770, durante una protesta, la tensión entre los manifestantes y las tropas británicas escaló rápidamente. Los enfrentamientos verbales se convirtieron en disturbios y, sin intentar una negociación, las tropas británicas cargaron sus mosquetes, se alinearon y dispararon a quemarropa contra la multitud. Este ataque puso fin de manera abrupta a la protesta, dejando cinco muertos en el lugar. Este evento, conocido como la Masacre de Boston, marcó el primer gran conflicto entre los colonos americanos y las fuerzas británicas.

Tras la masacre de Boston, las autoridades británicas decidieron retirar a las tropas de la ciudad con el objetivo de disminuir las tensiones. Esta medida calmó temporalmente los ánimos, pero la situación volvió a agravarse en 1773, cuando Londres aprobó la Ley del Té. Esta ley imponía un impuesto sobre el té importado y otorgaba a la East India Company el monopolio del comercio colonial. El descontento no tardó en aflorar, y Boston, una vez más, se convirtió en el epicentro de la protesta.

El 16 de diciembre de 1773, un grupo de ciudadanos disfrazados de nativos americanos abordó barcos de la East India Company anclados en el puerto de Boston. Durante esa noche, arrojaron al mar alrededor de 300 cajas de té, causando pérdidas estimadas en más de £9,000. Este evento pasó a la historia como el Motín del Té de Boston. A diferencia de la masacre de Boston, este acto directo contra una de las compañías más poderosas de la época desató una tormenta de reacciones en Londres. Bajo la presión de la compañía y su influyente lobby, el Parlamento adoptó medidas drásticas contra los responsables.

En respuesta, la colonia de Massachusetts, que hasta ese momento disfrutaba de un grado de autogobierno similar al de las otras doce colonias, fue despojada de este derecho. Londres nombró un gobernador que respondía exclusivamente al Parlamento, rompiendo con las estructuras políticas locales. Estas medidas represivas se enmarcaron en lo que posteriormente se conocería como las Leyes Intolerables.

Para octubre de 1774, las tensiones habían alcanzado un punto crítico. Por primera vez, representantes de las Trece Colonias se reunieron en Filadelfia en un evento que pasaría a la historia como el Primer Congreso Continental. Durante esta asamblea, se debatió cómo enfrentar las acciones del Parlamento británico. Tras intensos debates, se decidió imponer un boicot comercial contra los productos provenientes de las islas británicas, como medida de presión económica. Este boicot se mantendría hasta que el Parlamento derogara las Leyes Intolerables.

Sin embargo, la decisión del Congreso no logró apaciguar a todos. En Massachusetts, el Congreso Provincial se declaró en rebeldía contra las autoridades británicas y comenzó a organizar una milicia, marcando el inicio de una resistencia más activa y organizada contra el dominio británico.

Estas acciones alertan a Londres que tras la masacre de Boston habían retirado a las tropas de la ciudad, pero viendo los acontecimientos toman fuertes medidas y envían al general Thomas Gage con una clara orden, tomar el control de Boston, para ello se le asigna una fuerza de 4.000 soldados quienes son las primeras fuerzas regulares británicas que entran en la ciudad tras la masacre. Cuando Gage toma control de la ciudad empieza a planear una estrategia para controlar la crisis, él no desea un enfrentamiento armado es así que toma una estrategia particular, en vez de buscar el combate se enfoca en realizar tareas de intercepción para tomar todo el equipo que los sublevados están acumulando y movilizando para de esa manera desarticular la amenaza que significaban.

                                                                                            General Thomas Gage

La llegada del general Thomas Gage y su estrategia represiva no quedaron sin respuesta. En marzo de 1775, el Congreso Provincial de Massachusetts se reunió nuevamente y emitió dos declaraciones trascendentales que intensificaron el conflicto. La primera establecía que cualquier unidad del ejército británico que saliera de Boston sería atacada. La segunda hacía un llamado general a la resistencia armada contra las autoridades británicas.

Ante esta escalada, Londres respondió con una orden tajante para Gage: debía desarmar a la milicia colonial de Massachusetts y arrestar a sus líderes. Determinado a cumplir esta directiva, Gage recurrió a su red de informantes para localizar depósitos de armas y municiones coloniales, creyendo que allí también encontraría a los líderes rebeldes.

Sus esfuerzos rindieron frutos cuando recibió información sobre la presencia de una importante acumulación de equipo bélico y líderes revolucionarios en el pueblo de Concord. Con esta noticia, Gage actuó con rapidez y ordenó al teniente coronel Francis Smith movilizarse hacia Concord con una fuerza de 700 soldados de infantería. Su misión era clara: capturar a los líderes de la rebelión y destruir todo el material bélico almacenado en el pueblo.

Para asegurar el éxito de la misión, se impartieron dos órdenes estrictas: primero, la operación debía ejecutarse con máxima velocidad y sorpresa; segundo, bajo ninguna circunstancia se debía dañar la propiedad privada ni violar los derechos de los colonos. Con esto en mente, el teniente coronel Francis Smith diseñó un plan que cumpliría ambos objetivos. En lugar de avanzar por tierra, donde podrían ser detectados por los informantes de la milicia de Massachusetts, las tropas cruzarían la bahía de Boston bajo el amparo de la oscuridad.

A medianoche del 19 de abril de 1775, las fuerzas británicas comenzaron a cruzar la bahía, completando la maniobra alrededor de las 2:00 de la mañana. Desde allí iniciaron una marcha hacia Concord, situada a 29 kilómetros de distancia. Sin embargo, una hora después de comenzar la marcha, Smith empezó a recibir reportes alarmantes: en Lexington, unidades de la milicia local estaban congregándose y formando un pequeño contingente armado. Esto amenazaba con comprometer el factor sorpresa de la operación.

A las 4:00 de la mañana, al darse cuenta de que la sorpresa se había perdido, Smith tomó medidas. Envió una carta urgente a Boston solicitando refuerzos y decidió dividir sus fuerzas. Ordenó al capitán John Pitcairn que liderara la vanguardia británica hacia Lexington con 200 soldados provenientes de varios regimientos, mientras él aguardaba la llegada de refuerzos.

A las 4:30 de la mañana, Pitcairn y sus tropas llegaron a Lexington. Allí encontraron a la milicia de Massachusetts, compuesta por 80 hombres al mando del capitán John Parker, preparados para enfrentarlos en el que sería el inicio de un momento decisivo en la historia.

LA BATALLA

A las 5:00 de la mañana del 19 de abril de 1775, el capitán John Parker reunió a sus 80 milicianos en Lexington y les dio una instrucción contundente:

"No disparen a menos que les disparen, pero si quieren empezar una guerra, que empiece aquí."

Mientras tanto, el capitán John Pitcairn, al frente de las fuerzas británicas, detuvo su avance y ordenó a sus tropas formarse para el combate. También dio instrucciones claras: no abrir fuego. Una vez organizadas las filas, Pitcairn comenzó a exigir a los milicianos que se dispersaran. La tensión aumentó rápidamente, y lo que comenzó como una confrontación silenciosa pronto escaló a una guerra de insultos entre ambas partes, un fenómeno que ya era común en los encuentros previos entre soldados británicos y colonos.

Sin embargo, entre los gritos y provocaciones, ocurrió algo inesperado: un disparo resonó en el aire. Hasta el día de hoy, no se sabe con certeza qué bando fue responsable, pero ese único disparo marcó el inicio del conflicto armado.

El disparo sembró el caos. Los soldados, nerviosos y tensos, comenzaron a disparar sin recibir órdenes claras. Tanto Parker como Pitcairn intentaron recuperar el control, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Así comenzó la batalla de Lexington, el primer enfrentamiento de la lucha por la independencia de los Estados Unidos.

En medio del desorden inicial, los intercambios de disparos fueron erráticos, con cada soldado actuando a voluntad. Sin embargo, la situación alcanzó un momento crítico cuando una compañía británica logró reorganizarse en una línea de batalla ordenada. Coordinados y disciplinados, los soldados abrieron fuego en una ráfaga precisa que resultó devastadora: ocho milicianos coloniales cayeron muertos.

A las 6:00 de la mañana, Francis Smith arribó a Lexington con el resto de su fuerza británica, logrando finalmente controlar la situación. Tras el altercado, reprende a sus comandantes y les ordena continuar su marcha hacia Concord.

A las 8:00 de la mañana, después del violento encuentro en Lexington, las tropas británicas de Smith llegaron a Concord y comenzaron con la tarea de cumplir las órdenes recibidas. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que los líderes milicianos no estaban en el pueblo, y lo que era aún más desconcertante: el gran almacén de armas y municiones que esperaban encontrar había desaparecido. Esto sugería que, probablemente, desde Lexington, alguien había salido corriendo para alertar a las demás milicias de Massachusetts sobre la acción británica.

A las 9:00 de la mañana, 400 milicianos bajo el mando del coronel Barrett, que se habían concentrado en colinas cercanas a Concord, empezaron a notar humo saliendo del pueblo. Aunque no sabían con certeza qué estaba ocurriendo, este humo era el resultado de las fuerzas británicas destruyendo el pequeño material bélico que habían logrado incautar en la población. Desde la distancia, los milicianos interpretaron que los británicos estaban destruyendo el pueblo, lo que generó una nueva escalada de tensión, alimentada por la incertidumbre sobre la situación real.

El malestar entre los milicianos creció rápidamente, y a las 10:30 de la mañana, el coronel Barrett ordenó un ataque para salvar lo que quedaba de Concord. La ofensiva se centró en un puente sobre el río Sudbury, que separaba las colinas de Concord. Este puente estaba defendido por 90 soldados británicos, que se prepararon para la confrontación. Sin embargo, los británicos no contaban con la sorpresa y la superioridad numérica de los milicianos, quienes rápidamente los superaron y obligaron a las tropas británicas a retirarse.

El ataque inicial del coronel Barrett al puente sobre el río Sudbury no solo alentó la moral de los milicianos, sino que también llevó a que más fuerzas se unieran a la causa. A las 11:30 de la mañana, los 400 soldados iniciales bajo su mando fueron reforzados por 1.000 milicianos más, que se unieron rápidamente en la zona. Mientras tanto, Francis Smith recibió informes sobre el combate ocurrido en el puente y la creciente acumulación de milicianos en los alrededores. Ante la situación crítica y de clara inferioridad numérica, Smith decidió ordenar la retirada de sus fuerzas de Concord y el regreso hacia Boston.

A las 12:00 del mediodía, las tropas británicas comenzaron a abandonar Concord. En su camino de regreso, debían cruzar un puente, pero al llegar allí fueron emboscados por las fuerzas coloniales. Este ataque marcó el inicio de un combate continuo mientras las tropas británicas avanzaban hacia Boston.

En este punto, Smith ya no pudo mantener la orden de no abrir fuego. La situación era demasiado peligrosa y las fuerzas británicas se vieron obligadas a pasar a una marcha combativa, abriendo fuego contra los milicianos que los hostigaban a lo largo del trayecto. Este enfrentamiento en su marcha hacia Boston dejó las primeras bajas británicas del día, lo que reflejaba la intensidad del conflicto en ese momento.

A las 12:30, las fuerzas que atacaban al batallón británico habían aumentado a más de 2.000 soldados, lo que hizo imposible para las tropas británicas tomar rutas alternativas. Se vieron obligados a seguir el camino principal hacia Lexington. A la 1:00, se unieron a la marcha los milicianos de Lexington, quienes habían sido los primeros en enfrentarse a las tropas británicas esa mañana.

A pesar de los constantes ataques, la marcha combativa de las tropas británicas logró avances, y finalmente, a las 1:30 de la tarde, Smith y sus fuerzas llegaron a Lexington. Sin embargo, no llegaron impunes. El constante hostigamiento y las bajas acumuladas habían mermado la moral de las tropas, que se encontraban agotadas. Mientras se recomponían, Smith fue informado de la grave situación en la que se encontraban: las fuerzas milicianas estaban rodeando Lexington, lo que ponía en peligro la retirada británica.

Sin embargo, a pesar de la adversidad, a las 2:00 de la tarde, llegó la primera buena noticia del día. La carta que Smith había enviado por la mañana a Boston, pidiendo refuerzos a Thomas Gage, había sido respondida. 1.000 soldados junto con 2 piezas de artillería llegaron para reforzar a las tropas británicas. Aunque la situación seguía siendo crítica, ya que las fuerzas británicas se encontraban en clara inferioridad numérica, con más de 4.000 milicianos aproximándose a Lexington, la llegada de los refuerzos ofreció un respiro necesario para las fuerzas de Smith.

A las 3:00 de la tarde, tras una muy necesaria pausa, las tropas británicas comienzan a abandonar Lexington. Como ocurrió durante toda la jornada, las fuerzas británicas continúan siendo hostigadas, pero esta vez cuentan con el apoyo de su artillería, que empieza a abrir fuego, y de pequeñas acciones ofensivas a los alrededores del camino. Estas medidas logran mantener a raya a las milicias de Massachusetts y permiten que la marcha combativa británica continúe.

A medida que se acercan a Menotomy, una población en su camino, las tropas británicas llegan alrededor de las 5:00 de la tarde, y allí sufren una serie de atrocidades. La necesidad de venganza y el miedo acumulado por los combates de la jornada provocan una escalada de violencia.

Finalmente, a las 7:00 de la noche, las tropas británicas logran llegar a Boston, donde las defensas de la ciudad y la Royal Navy mantienen a las milicias a raya, evitando un asalto directo a la ciudad.

En Boston, se evalúan los acontecimientos de ese 19 de abril. Las tropas británicas sufrieron un total de 300 bajas, de las cuales 227 fueron heridos o desaparecidos y 73 muertos. Por su parte, las milicias sufrieron 93 bajas, con 44 heridos o desaparecidos y 49 muertos. Esta disparidad en las bajas se debió principalmente al constante hostigamiento y las emboscadas que las tropas británicas enfrentaron a lo largo de su retirada.

                                                                       Mapa de movimientos de las fuerzas británicas


CONSECUENCIAS

La jornada del 19 de abril de 1775, con la batalla de Lexington y Concord, marcó un punto de no retorno en las tensas relaciones entre las Trece Colonias y Gran Bretaña. Este día no solo rompió definitivamente la débil búsqueda de una solución pacífica a los conflictos entre Londres y las colonias, sino que también inició una transformación que cambiaría la historia de América y del mundo.

En los días y semanas posteriores a los enfrentamientos, cientos de colonos, motivados por el deseo de proteger sus derechos y libertades, se movilizaron desde las otras 12 colonias hacia Massachusetts. Allí se unieron a una milicia que, en rápida expansión, se convirtió en un ejército continental bajo el liderazgo de figuras como George Washington. Este proceso marcó el nacimiento de la primera fuerza militar de Estados Unidos, la base para lo que eventualmente sería el Ejército de los Estados Unidos.

Lexington y Concord no solo fueron los primeros enfrentamientos de la Revolución Americana, sino también el comienzo de la primera lucha independentista en América contra una potencia europea. Este conflicto sería impulsado no solo por las condiciones económicas impuestas por el Parlamento británico —como los impuestos sin representación y las políticas comerciales restrictivas—, sino también por las ideas de la Ilustración. Este movimiento filosófico proporcionó las bases intelectuales para justificar la independencia, inspirando conceptos de soberanía popular, derechos naturales y el contrato social.

La independencia de las Trece Colonias no se limitaría a un echo local; fue la primera revolución liberal de la era moderna. Esto convirtió a los Estados Unidos en un referente especialmente para los movimientos independentistas y revolucionarios en América y Europa. Los líderes y pensadores de otras colonias americanas observaron con atención el desarrollo de esta revolución y vieron en ella una prueba de que era posible romper los lazos con las potencias coloniales. Posteriormente, movimientos como el de Haití y las guerras de independencia en América Latina lideradas por figuras como Simón Bolívar encontrarían inspiración en el éxito estadounidense.

A largo plazo, los enfrentamientos de Lexington y Concord fueron el primer paso para el surgimiento de los Estados Unidos de América, una nación que alteraría el curso de la historia mundial. Los Estados Unidos no solo reconfigurarían el mapa político de América al desplazar la influencia europea en el continente y expandirse en el mismo, sino que también sentarían las bases para una nueva era.

En el ámbito global, el nacimiento de los Estados Unidos y su posterior ascenso como una potencia económica, militar y cultural transformaría el orden internacional. Desde el siglo XIX, Estados Unidos jugaría un papel clave en la expansión del comercio y la industrialización, y en el siglo XX se consolidaría como la primera potencia mundial, modelando la política y la economía globales.

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